La poesía, itinerario a través de las pérdidas

05.02.2025

Federico Díaz-Granados

Carolina Ruales (Cali, Colombia, 1982). Poeta. Profesional en Estudios Políticos
Carolina Ruales (Cali, Colombia, 1982). Poeta. Profesional en Estudios Políticos


El abandono, el desprendimiento y el despojo son asuntos fundamentales de la poesía de siempre. Temas que habitan la escritura como tópicos definitivos que definen el destino humano. Y, además, los tres temas tienen una relación estrecha con el paso del tiempo y sus inmensas lecciones de fugacidad. Eso lo sabe bien Carolina Ruales, quien de una forma muy honesta ha descifrado los signos y las claves de todas las pérdidas y adioses para convertirlos en materia para el asombro y la belleza. Y es que El despertar del abandono no es solamente un libro de poemas. Es un testimonio de una inocencia que se desploma ante una realidad descolorida y una historia adversa cuya memoria se quiebra y la poesía debe juntar sus múltiples fragmentos para recobrar instantes e imágenes, afectos y voces de cuyo extravío nos salva siempre la palabra escrita.

Tres partes dividen este libro. Tres puntos cardinales que marcan las rutas de una vida. Tres formas de mirar los mismos temas con la distancia necesaria para obtener la nitidez sobre los recuerdos. Nombre a la deriva es un puerto de partida hacia los naufragios fijos del trayecto. Allí se intuyen los laberintos inciertos sin camino de regreso. El despertar del abandono es la certeza de un presente inmóvil. Es el sueño quebrado ante la partida sin despedidas y Quietud de la memoria es la reflexión desde la serenidad de la madurez sobre todo aquello que perdura indeleble en la memoria y en cada una de las emociones.

La figura del padre es transversal a todo el libro. El padre héroe y el padre humano que parte un día de 1985 hacia alguna trinchera y nunca regresa. Es el padre que hace la revolución y a la vez envía cartas de amor o de dolor. Es el padre que quiere transformar el mundo y abrazar a su hija antes de dormir. Es la imagen que en vez de hacerse borrosa, con el paso de los años recobra todos sus colores y sentidos. De ahí lo testimonial de El despertar del abandono, porque el lector, al igual que su autora, nunca sabrán a ciencia cierta en cuál de tantas guerras cayó ese cuerpo y ese puñado de sueños intactos. A través de esa figura, Carolina Ruales establece un diálogo con gran parte de la tradición hispana que ha tenido en la figura del padre uno de los grandes pretextos para preguntarse por la búsqueda del origen y nuestra forma de estar en el mundo. Poetas como don Jorge Manrique y sus Coplas a la muerte de su padre, hasta autores como Pablo Neruda, Claribel Alegría, Vicente Gerbasi con Mi padre el inmigrante, Jorge Teillier con Retrato de mi padre militante comunista, Jaime Sabines con Algo sobre la muerte del mayor Sabines, entre otros, señalan registros y tonos con los cuales algunos de los poemas de este, podrían tener correspondencias y diálogos intemporales.

El despertar del abandono es un libro de grandes despedidas. Es, a mi parecer, un pacto de amor y lealtad con los recuerdos y una forma de estar entre los ausentes. Es la ratificación de que la poesía recupera algo del paraíso que se astilló allá lejos en la infancia y que los reconstruye con precisión de relojero. No se trata de un libro con tema unitario, sino de una propuesta panorámica de varios temas que confluyen en la unidad de voz y de talante.

El fervor de Carolina oscila entre la sensibilidad, las emociones y su relación con el lenguaje. Ella sabe que es el lenguaje el instrumento para definir las emociones y también los horrores. Así, recibe una voz que viene de una región desconocida del alma y la hace suya y la transforma en una fuerza para expresar y traducir sus desconciertos y entusiasmos. Cada poema de este libro es una ventana desde donde se puede contemplar el mundo con atención e intensidad para interpretarlo y recrearlo. Es el autorretrato de alguien que ha heredado la exaltación y que con la mediación de la poesía, interviene y modifica el significado de todas las cosas. Hay un itinerario de la ruina donde la vida es un inventario de grietas, derrumbes, fisuras y caídas como si se tratara de un viejo edificio a punto de ser demolido. La poesía hace el conteo final de esos despojos.

El poeta polaco Czeslaw Milosz nos recordaba en Una vida feliz que "Era amargo decir adiós a la tierra renovada. / Estaba suspicaz y avergonzado de su duda." Carolina podría responder que "Las ruinas anticipan / la única verdad / del polvo que seremos / al que nos resistimos / a través de la palabra.

Así, desde el abandono o la ruina, este libro rememora que las emociones comienzan en el corazón y luego se trasladan a la memoria. En ese recorrido el poeta sabe que en las despedidas siempre será importante nombrar el adiós, de lo contrario, quedará algo inconcluso, a la deriva, lleno de miedo y de culpas. Si esa despedida quedó aplazada, entonces este libro será un gesto de perdón y de rescate para poner en su sitio todo aquello que empieza a olvidarse. 




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Prólogo de El despertar del abandono (El Taller Blanco Ediciones, Colección Voz Aislada, 2022)