Límbica de Vanesa Almada Noguerón 

06.02.2025

 Gastón Malgieri 

Vanesa Almada Noguerón (Buenos Aires, Argentina, 1980).  Poeta, escritora.
Vanesa Almada Noguerón (Buenos Aires, Argentina, 1980). Poeta, escritora.


Infringir el verbo. Esa es la invitación imposible de desestimar que hace Vanesa Almada Noguerón desde las primeras líneas de Límbica. Un poemario cuyo primer verso es un «no». Como quien dice «no más de este modo». Como quien sale a buscar un idioma que sirva para iniciar algunos incendios. Como si los lenguajes pretéritos fueran insuficientes para reclamar ese escaso centímetro cuadrado del mundo donde ella pone el cuerpo. Pero también la palabra.

Empieza con un no, pero luego avanza trazando un pentagrama absolutamente nuevo donde brilla, más que nunca, una voz que si no encuentra los sinónimos de la furia que la hace nacer, se los inventa. En ese impulso se sostiene todo el libro. Y no sólo el libro.

El proceso alquímico de la poética de Almada Noguerón consiste en hacer cómplices a sus lectorxs de ese nuevo modo de reclamar lo propio. Porque cuando habla de hacer estallar las formas geométricas y lingüísticas, sabe que esa batalla es colectiva. Si el idioma habrá de inventarse de nuevo sobre las cenizas de aquello que nunca quiso nombrar, será con todas las lenguas hasta ahora consideradas menores, sin peso. Noguerón no necesita explicitarlo. Su invitación es la propia fuerza de los versos, este idioma que infringe, e incita a infringir.

«Estamos | imaginando más y mejores geologías inéditas», dice en «precámbrico». Y pareciera que ese verso-sentencia hablara de una batalla simple, donde esta nueva comuna enrarecida de lectorxs que Noguerón comanda, avanzara sin heridas visibles. Es cierto, eso dice. Pero más adelante, aparece el desamparo, ese saber que sí deja rastros, y entonces se pregunta por el gesto, ahora inútil, de la escritura. Y otra luz ilumina su voz poética. La voz de lxs que arriesgan lo poco que tienen para perder. Porque escribir, dice Noguerón, «es desabrigarse | dejarse a plena conciencia los cordones desatados | sacar los dos brazos por la ventanilla».

Y quizás leer, leerla, también sea un poco eso: quitarse los disfraces, aunque le temamos a la intemperie.

Frente a nosotrxs está una poeta inmensa, también en carne viva, dispuesta al gesto sencillo de darnos la mano para que nos paremos juntxs, frente al espejo inmenso del mundo. Todo lo que suceda, de allí en adelante, encontrará en Límbica su lugar para ser contado. Ese, nada más y nada menos, es el gesto vital de este territorio de poemas.


Mayo de 2020


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Prólogo de Límbica, de Vanesa Almada Noguerón (El Taller Blanco Ediciones, Colección Voz Aislada, 2020)