Ojos quebrados o la mirada nostálgica
Luz Marina Rivas

Un nuevo pan de poesía ha salido este año del horno de El Taller Blanco Ediciones, la editorial con la que Néstor Mendoza y Geraudí González, desde Colombia, impulsan la literatura venezolana y colombiana. Se trata de Ojos quebrados, de Yoyiana Ahumada, guionista, dramaturga, crítica literaria y ahora poeta.
Este poemario asombra desde su título. En el prefacio, Christiane Dimitriades recuerda los rostros de Picasso en esa imagen y ve en ese título una voluntad desintegradora. En efecto, la fragmentariedad, la dispersión, la palabra que no dice pero sugiere, recorren el poemario. Podríamos añadir que la imagen de ojos quebrados parece remitir al acto de ver y no ver al mismo tiempo, de escudriñar los misterios de la vida sin poder resolverlos, de dejar en ciertas imágenes sombras inexplicables, de exigir un esfuerzo especial al lector, ese interlocutor invisible y deseado que es removido en el encuentro con el poema. En algunos poemas, los ojos quebrados parecen estar asociados a las personas y los espacios de la nostalgia, que han quedado en el pasado.
Se inicia con epígrafe que consiste en una entrevista imaginaria con Marguerite Duras, en que la voz poética, que tiene las mismas iniciales de la autora, pregunta:
Y.A. ¿Qué dirías de ti misma?
M.D. Duras
Y.A. ¿Qué dirías de mí?
M.D. Indescifrable.
Esto nos remite a las limitaciones de la palabra poética, que sugiere, vela, desvela, deja escapar, recupera el sentido y lo vuelve a sumir en el misterio. Ese algo indescifrable es apenas comunicado, convoca a la intuición más que a la razón. Así nos dirá la poeta: "No es posible callar / sin tropezar el nombre de las cosas".
Los primeros poemas tienen una pulsión por el origen. Si los científicos nos han dicho poéticamente que somos polvo de las estrellas, Yoyiana Ahumada nos dice en "Memoria sideral"
He sido una estrella muerta
Bajé hasta el fondo de mis huesos
-desprovista-
El sol animal
rota solemnidad
en la búsqueda de un signo
polvo ciego
velada escritura de las hojas
lo simple
lo bello
lo posible
tu olvido
sin manos
penitente incandescencia
de una galaxia desnuda
Este polvo ciego que somos parece de repente iluminarse en el encuentro de otro origen, el de la infancia:
Un destello sobre los párpados
bruma del sueño
en las paredes de mi infancia
una marca de agua.
La búsqueda de las imágenes de la infancia conducen al recuerdo de las imágenes de los afectos en La Habana, en el poema "Alta Habana", o el recuerdo de la madre que está en el origen, en la tierra, pero también se continúa en el yo poético en el poema "Origen":
"En mis huesos de niña
Madre ven a renacer."
También la búsqueda del origen indaga más allá del padre fallecido. En el poema, el padre vive más allá de la muerte, en la memoria y el poema:
"libre quedas
del ardor y el musgo
en los ojos muertos".
Nos preguntamos si son los ojos muertos ojos quebrados. Pareciera que sí, como en el próximo ejemplo en que encontramos un conmovedor recuerdo de infancia asociado a la Nana: "Nanita instruye/ baila su lengua de Muñeira", del poema "Variaciones en punto de cruz" en que se asoma la nostalgia plasmada en palabras en gallego y se abre a la mirada sobre los lugares y tiempos dejados atrás:
En los fardeles de las marimantas
las bonecas morren
con los ollos rotos.
Los ojos quebrados de estas muñecas muertas, como la infancia que se perdió con ellas, reiteran el título del poemario y nos recuerdan los ojos muertos del padre enterrado.
El viaje y el exilio se asoman en "Anunciación":
"Podrás llevarte los maderos
ser casa en otra tierra."
También se presenta el exilio de los que partieron desde quienes se han quedado en el poema "Lar":
Ser amparo
del ausente
madriguera de rostro de viento
Íntima lejanía.
El viajero parece hablar en "Primera estación":
Nido de caracol
¿Eres?
Costado de un viaje
Cartografía
-sin trazas-
Soy."
El caracol, ese pequeño animal que lleva su casa a cuestas se nos asemeja al exiliado, que como diría Cavafy, a pesar de su viaje, sigue recorriendo la misma ciudad. El peso de la memoria es de alguna manera la armadura del caracol.
La "Cuarta Estación" duele y desconcierta, pues parece presentarnos un viaje inconcluso o la llegada a la muerte, que podría recordarnos los viajes de los balseros cubanos:
En la garganta del océano
duermen
sin cuerpo
vástagos petrificados
Algunos poemas llegan a la máxima síntesis, apenas un verso, como en el poema "Fuga":
"Templo de cicatrices tu sombra"
Y más allá, otro poema "Portal" de una línea parece contestar:
"La memoria es saldo de la herida."
Algunos poemas tienen dedicatorias a grandes poetas, como Armando Rojas Guardia, nuestro querido poeta místico, a Ida Vitale, Rubén Ackerman y Cecilia Ortiz, una forma en que Yoyiana nos comunica sus más queridas lecturas y a quiénes considera su familia poética.
Así, el poemario es una invitación a mirar con ojos quebrados, esos ojos que tenemos que tomar prestados, para acompañar el recorrido de una memoria vital, transmutada en el poema.
Bogotá, 18 de agosto de 2022
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Ensayo inédito de Luz Marina Rivas.
Ojos quebrados (El Taller Blanco Ediciones, Colección Voz Aislada, 2022)