Seríamos luciérnagas: fisuras de la imposibilidad en Categorías sospechosas de Abdiel Echevarría-Cabán

16.02.2025

Marta Jazmín García 

Abdiel Echevarría-Cabán  (Aguada, Puerto Rico, 1986).  Abogado de derechos humanos y escritor.
Abdiel Echevarría-Cabán (Aguada, Puerto Rico, 1986). Abogado de derechos humanos y escritor.


El poeta es un cultivador de grietas:

fracturar la realidad aparente para captar

lo que está más allá del simulacro.

Roberto Juarroz


Si algo define a la poesía es la indefinición. La sola tentativa de nombrar activa sus formas. Llegar a desdecir es su verdadera proeza. Quien escribe muestra la linterna con la que mira el mundo. Pequeño diámetro de la atención y los impulsos, las emociones son bitácoras de la memoria que el poeta traduce.

La poética de Abdiel Echevarría-Cabán nos invita a desafiar la incertidumbre. ¿Será posible transcribirla, restaurarla, asumirla? ¿Trazar el recorrido sin pretensiones ni arraigos? La suya es la búsqueda de una perspectiva, no ya de personas, de pertenencias o espacios. ¿Desde qué lugar acontecen los afectos? ¿En qué medida pueden transformarse? El acto de sospechar urde sentencias: esas mitologías del presente para definir lo sagrado. "El tránsito hacia lo inefable,/ es una calle que se pretende jardín".

En este libro emergen las categorías que el lector disponga (o tal vez ninguna). Sin divisiones ni epígrafes, cada poema sigue al otro como anotaciones destiempadas, sujetas al fluir de la palabra y a su intencionalidad estética. Una maleza, como anuncia el título del poema que inicia el conjunto y con el que se abre un pasadizo de reminiscencias y duelos. Porque la palabra exhibe también sus límites, dice lo que lo oculta o lo sugiere. Frente a ella, somos el contenedor de sus caudales. ¿Bastará con escribirla? Como en aquellas preguntas de Pizarnik, el acto de nombrar no alcanza todo. Si la realidad es divisible; si puede enumerarse, descomponerse, reemplazarse. Admite condiciones arbitrarias e ilusorias. Nombre por nombre, agota su extensión y se reinventa. Cuando solo queda sospechar. Conquistar la incompletud requiere de ciertas maniobras. Escribir poesía, por ejemplo. Esa categoría del lenguaje con la que se hilvanan los intentos.

Qué busco

detrás

de tu mirada

sino

otro espejo

que me devuelva

formas

En los versos de Abdiel Echevarría el vértigo del buscador se transforma en contemplación y andamiaje, pero es una suerte de quietud apócrifa:

Hay días en que la vida

es un reguero de cosas al revés;

nada se asienta en su sitio,

todo apabullado hacia el desastre

y no pierdes la calma

-mientras-, se te ahoga el pecho.

Categorías sospechosas es también un nombre para la memoria y sus formatos incongruentes. Cuando no es posible detener la sucesión de desencuentros, ¿queda la palabra como evidencia de lo que alguna vez fueron los vínculos?: "De certezas/ solo me queda/ el amor fósil". De ahí que, más allá de la sensualidad que muestra el libro, predomine lo que Octavio Paz llamó una erótica verbal refiriéndose a la pretensión de dar nombre a lo más evanescente: las sensaciones.

la sal del sudor

y su gota de embestida

para preservar

lo que está

a punto de morir.

No es esta, sin embargo, la voz de quien claudica o está triste, como afirma el poeta, sus versos "no tienen que ver con la tristeza sino con la ruina de las formas". Pues el reconocimiento de la incertidumbre es el comienzo de la revelación. Así es como en estos poemas el cuerpo es la ocasión de cuestionar y distinguir. Categorizar la vida que permanece intacta en el recuerdo como una forma de encumbrar los ritos del lenguaje. Al menos entrever un rastro. Convertirlo en belleza. La pérdida es también ganancia cuando se torna en la ocasión del deseo:

El desarraigo

Parece

un toque de ternura

noches

en que todo

lo invisible

toma la forma del regreso.

En la poética de Abdiel Echevarría-Cabán la cotidianidad es consciencia, como "una cañería que se parece/ mucho al tiempo". Anclaje de todas las posibilidades, donde el cuerpo es su expresión más honesta: a una edad y un temor precisos, a una excitación y a una reciprocidad discontinuas, ocurren la soledad y los encuentros, se deshacen, se buscan, intervienen: "Juego con las cifras para saberme exacto". Como en los versos de Raúl Gómez Jattin: "la única religión es el cuerpo". El anhelo de nombrar se manifiesta en la carencia: "Insistimos/ y la eternidad se nos queda abrevada". El andamiaje es precisamente el devenir del deseo y sus formas; lo que queda de la búsqueda. Ese intervalo en la huida en el que acumulamos recuerdos porque "la ruina también nos funda".

En estos versos la propia escritura supone un ejercicio de presencia. Es la voz de una materialidad que se resiste y que siempre despierta en su intento de cocrear. En este sentido, sobresale una intención rupturista que, en vías de reconocer los límites del tiempo y del lenguaje, insta a la ocupación de esa liminaridad: "Las islas nos remiten/ a donde las fronteras se extienden." La isla es precisamente una metáfora de lo efímero. El paisaje de la soledad que siempre regresa a su verdadera forma. La poesía es una manera de nombrar sin pretender lograrlo, pero que al final siempre sospecha de su alcance: "la soledad/ es un abismo que florece." El paisaje es la metáfora de ese interior rebosante. Rodeado por el agua y embestido por la sed, el poeta nos dice:

Somos

en esa arena

espuma

pólvora,

otro gesto

y una réplica

de enjambre

sísmico.

Acaso sean las palabras quienes nos sobrevivan, todo lo demás son espejismos. Como en esos primeros registros de la existencia, primero fue el deseo, después la posesión y finalmente, la pérdida. Entonces vino la palabra y sus mil maneras de asediarla. Todos los cuerpos que se nombran nacerán de nuevo. Esas soledades que al unísono por fin se apagan. Categorías residuales, sospechosas, divergentes. Porque "si uno pudiera morirse/ como las estrellas,/ con tanta luz", empezaríamos por fin a confiar en las sombras.  


***

Prólogo de  Categorías sospechosas, de Abdiel Echevarría-Cabán (El Taller Blanco Ediciones, Colección Voz Aislada, 2021)